Wilde, Oscar (2007). El fantasma de Canterville. Madrid: Anaya.
En El fantasma de Canterville, Oscar Wilde consigue demostrarle al lector el escaso valor de las cosas materiales, la importancia de la vida y, sobre todo, que el amor es más fuerte que la muerte.
La obra, escrita en prosa y condensada en una breve extensión, encaja perfectamente en la categoría de cuento, concretamente en la de cuento fantástico, pues lo real convive plenamente con lo sobrenatural.
Con un estilo sencillo, de fácil comprensión para un lector juvenil, Oscar Wilde nos describe la historia de Sir Simon, un fantasma condenado a vagar indefinidamente por un castillo asustando a sus habitantes. El final resulta relativamente inesperado, pues hasta los últimos capítulos no se conoce la verdadera razón por la que el fantasma habita en el castillo ni cómo puede ser liberado.
Oscar Wilde aprovecha esta obra para hacer una crítica irónica de la sociedad inglesa, caricaturizando la seriedad y el apego que muestran hacia sus tradiciones, y de la americana, evidenciando su materialismo burgués, sus frívolos entretenimientos y su escasa perturbación ante lo que les rodea. Para ello, el autor da a las características propias del Romanticismo un giro humorístico que divierte mucho a los alumnos. Nos encontramos así, por ejemplo, con un Mr Otis que, en lugar de asustarse al ver al fantasma, le ofrece aceite para engrasar sus cadenas y que no rechinen por todo el castillo.
La historia se nos cuenta por medio de un narrador externo, omnisciente, que con frecuencia utiliza las voces de los personajes para poner en su boca prejuicios o estereotipos de ambas culturas. En ocasiones cede la palabra a los personajes por medio del diálogo o comentando lo que dijeron en determinado momento, permitiéndonos así conocer a los protagonistas según su propia manera de ver el mundo, condicionada en gran medida por los valores y creencias de sus países de origen.
La riqueza léxica, los recursos literarios, la variedad temática y el atractivo que presenta para los alumnos convierten a El fantasma de Canterville en una obra ideal para trabajar en clase distintos aspectos tanto literarios como culturales.
Elena Vares González
Me parece una buena opción para intentar desarrollar en los alumnos el gusto por la lectura. Su ambientación, temática y sutil sentido del humor, mezclados con los elementos fantásticos, que tanto atraen a los jóvenes, hacen que esta obra pueda dar mucho juego en el aula. Me gusta la idea de combinar la explicación de aspectos literarios y culturales. Un ejemplo de cómo muchas obras tradicionales resultan totalmente modernas para el lector actual. Así que enhorabuena ;)
ResponderEliminarEl fantasma de Canterville fue la primera obra de Oscar Wilde que leí (hoy es uno de mis escritores preferidos). En aquella época - calculo que 5º o 6º de Primaria - no tenía ni idea de quien era el autor, ni de porque es tan importante en la literatura inglesa y universal. Leí la obra en sí misma, sin tener en cuenta ningún otro factor (algo que como filólogos hoy día sí que nos condiciona demasiado), y las disfruté muchísimo, releyéndola varias veces a lo largo de los años. Aún recuerdo con cariño muchas de las bromas que el fantasma -con su peculiar sentido del humor británico, que Wilde refleja con su proverbial ironía - gasta a la descreída familia americana, especialmente toda la problemática de las manchas de tinta. A lo largo de las varias relecturas que he hecho de ella en mi vida, primero en español y luego en inglés, tal vez por el paso de los años y mis crecientes conocimientos de literatura, y especialmente del autor, he ido encontrando detalles nuevos que han ido renovando y actualizando la lectura para mi. Es eso lo que se suele decir de los clásicos: que con cada nueva lectura, te enseñan algo nuevo. En ese sentido no me cabe la menor duda de que la obra es indiscutiblemente un clásico.
ResponderEliminarComo Alba considero que esta obra da muchísimo juego en el aula, porque es muy divertida y puede ayudar a los alumnos. Creo que en mi época de estudiante era una de las lecturas recomendadas.
Qué buena reseña, Elena. Otra idea más para apuntarme. No he leído el libro, y ya me pica el gusanillo. Cuando vamos por la vida a mil por hora es frecuente que pensemos que las mejores lecturas para relajarnos son las más ligeras. Olvidamos a los clásicos y no nos damos cuenta de que esconden grandes tesoros, que verdaderamente nos hacen disfrutar de la belleza que como auténticos maestros supieron crear. Anabel Llamas
ResponderEliminarMuy buena elección Elena. Pienso que el relato es idóneo y muy válido para la Secundaria por su riqueza en fantasía y elementos culturales. Además es una buena forma para que se acerquen a los clásicos.
ResponderEliminar"Si le gusta a usted tener un fantasma en casa, mejor que mejor, acuérdese únicamente de que yo le previne", dice Wilde al comienzo de la historia, y a mí me gusta recordar con frecuencia. Dices que lo real convive plenamente con lo sobrenatural, Elena. Y estoy muy de acuerdo. Aunque creo que somos fantasmas solitarios recorriendo el planeta, cómplices del miedo y de las prisas, entre la realidad y el deseo que diría Cernuda. Me ha gustado mucho tu reseña llena de fragilidad desvelando los detalles. Mi enhorabuena.
ResponderEliminarMe parece una elección perfecta, personalmente la recomendaré.
ResponderEliminarWilde puede gustar o no gustar, pero lo que es cierto es que nunca deja indiferente. Creo que ésa es la mejor baza para proponer una lectura a los adolescentes, intentar que lo que lean les sorprenda, para que la obra dé juego y se pueda hablar sobre ella en clase. Por ello, me parece muy buena recomendación.
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